Siempre nos quejamos de la gran arremetida que Norteamérica y Europa tienen en Latinoamérica, tratando de imponer su cultura, olvidando el cambio que aquí se dio en materia artística, impulsada por la revolución mexicana en 1910, que mostró de una manera muy expresiva y vistosa la forma de pensar y los sentimientos nacionalistas latinoamericanos: El muralismo, que apareció con fuerza, aunque en la actualidad no se le de la importancia que se merece, promovido desde 1913, diferenciando a los artistas que se formaron desde esa época.
Encabezado por Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfredo, el movimiento se expandió desde México a Latinoamérica, llegando a Chile, donde se dio en forma de brigadas como Ramona Parra y Elmo Catalán, con el fin de expresar descontento y realidad.
Si recordáramos el fin principal del muralismo, que fue el rescate de las tradiciones y cultura prehispánica (dejando de lado toda influencia europea) podríamos valorar realmente lo nuestro que en ocasiones esta ante nuestros ojos pero que tanto nos cuesta ver.